Contexto. –
El régimen de la Cuarta Transformación por distintos acuerdos con la administración Trump había reforzado de manera considerable la seguridad en las fronteras con el objeto evidente de contener flujos migratorios hacia Estados Unidos. Lo anterior, a pesar de que contravenía en alguna medida los principios respecto a migración que López Obrador había sostenido en campaña.
La llegada de la administración Biden, con un discurso y acciones con respecto a su frontera sur de mayor apertura, implicaron el relajamiento de medidas y el rápido incremento de los cruces ilegales, situación que luego fue revertida “apelándose” a las autoridades mexicanas para que establecieran de nuevo medidas de vigilancia. Sin embargo, la solicitud implicó una ventaja pues se tenía entonces una pieza de intercambio con la administración Biden.
La elección de junio pasado en México, planteó un nuevo panorama electoral que deja claro que el voto a favor de Morena está constituido, ya casi exclusivamente, por aquellos mexicanos de menos ingresos, lo que sumado a que la actitud beligerante de los partidos de oposición no ha logrado tampoco constituir una mayoría de equilibrio frente a la coalición de izquierda gobernante.
En la política interior mexicana Cuba ha tenido distintas funciones, pero reduciendo las mismas podríamos decir que los gobiernos provenientes del PAN, por primera vez en la historia de México, generaron cierta tensión con el régimen comunista cubano. Dicha tensión estuvo lejos de ser un rompimiento, por lo que sólo permitió, en el marco discursivo, la mayor aproximación de las fuerzas hoy representadas en el lopezobradorismo.
El presidente López Obrador, si bien mantuvo siempre una retórica en ciertos aspectos “revolucionaria”, cuidó al extremo contactos mayores con cualquier partido o gobernante extranjero, por lo que no existe en realidad una historia de hechos entre él y el régimen cubano.
Implicaciones. –
Durante la administración Trump se pretendió por parte del gobierno, hacer notar una cercanía personal entre los mandatarios, lo que en alguna medida se logró.
El tardío reconocimiento al triunfo de Biden hizo que la oposición local diera toda clase de interpretaciones erróneas sobre la futura relación entre las administraciones, suponiendo sin base, que el gobierno norteamericano tomaría este gesto como un hecho contrario. Lo que, desde luego, por mera lógica binacional, no ocurrió.
Es necesario entender que el gobierno de la 4T quiere sobretodo, consolidar sus bases pro marxistas con un gesto que supone y, quizá con razón, que no lo confronta en términos reales con el gobierno americano. Sin embargo, el error de cálculo consiste en no entender la composición real en la cadena decisional del régimen estadounidense.
La imprudencia mayor consistió en hacer señalamientos concretos al exilio de Miami, en reconocer de forma expresa la versión cubana del supuesto bloqueo, y en señalar una supuesta estrategia americana que busca, en última instancia, la confrontación entre el pueblo y gobierno de la isla.
Así pues, si bien no hay una reacción contundente y rápida en el nivel de la diplomacia, cierto es que por primera vez se sembraron posiciones muy contrarias en agentes que antes no tenían un motivo contra México o su administración por izquierdista que fuera, y ahora tienen un insumo público y desde el más alto nivel para construir una narrativa que en el corto y mediano plazo será usada contra nuestros intereses comerciales y la agenda binacional.
Por ello, es recomendable que se fije por parte del gobierno norteamericano una postura que permita retornar “las aguas a su nivel”, sobre la base del posible desconocimiento a detalle de los hechos en torno a las medidas de la administración Biden sobre Cuba.
Para efectos del orden interior se prevé el incremento de la polarización desde una narrativa propia de la Guerra Fría que puede ser acompañada por distintas demostraciones de ambos bandos en favor o rechazo del régimen cubano comunista.
Es destacable que la reciente visita del líder del partido español VOX había derivado en declaraciones presidenciales que ridiculizaban un plan anticomunista denominado Carta de Madrid y que esta fuerza promueve. Sin embargo, esta visita de estado divide claramente en dos campos, ahora también de corte ideológico, a las facciones y partidos en México.